jueves, 28 de octubre de 2010

LOS TRES ASTRONAUTAS

Había una vez la tierra.

Había una vez Marte.

Estaban muy lejos el uno del otro, en medio del cielo, y alrededor había millones de planetas y galaxias.

Los hombres que habitaban en la tierra querían llegar a Marte y a los otros planetas; ¡pero estaban tan lejos!

Sin embargo trataron de conseguirlo. Primero lanzaron satélites que giraban dos días alrededor de la Tierra y volvían a bajar.

Después lanzaron cohetes que daban algunas vueltas alrededor de la Tierra pero, en vez de volver a bajar, al final escapaban de la atracción terrestre y partían hacia el espacio infinito.

Al principio pusieron perros en los cohetes: pero los perros no sabían hablar y por la radio del cohete transmitían sólo "gua-guau". Y los hombres no entendían qué habían visto y adónde habían llegado.

Por fin, encontraron hombres valientes que quisieron trabajar de astronautas.

El astronauta se llama así porque parte a explorar los astros que están en el espacio infinito, con los planetas, las galaxias y todo lo que hay alrededor.

Los astronautas partían sin saber si podrían regresar. Querían conquistar las estrellas, de modo que un día todos pudieran viajar de un planeta a otro, porque la Tierra se había vuelto demasiado chica y los hombres eran cada día más.

Una linda mañana partieron de la Tierra, de tres lugares distintos, tres cohetes.

En el primero iba un norteamericano, que silbaba muy contento una melodía de jazz.

En el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda "Volga, volga".

En el tercero iba un negro que sonreía feliz con dientes muy blancos sobre su cara negra. En esa época los habitantes de Africa, libres por fin, habían probado que como los blancos podían construir casas, máquinas y, naturalmente, astronaves.

Cada uno de los tres deseaba ser el primero en llegar a Marte. El norteamericano en realidad no quería al ruso y el ruso no quería al norteamericano porque el norteamericano para decir “buenos días” decía how do you do y el ruso decía "zdravctvuite.

Así no se entendían y creían que eran diferentes.

Además, ninguno de los dos quería al negro porque tenía un color distinto. Por eso no se entendían.

Como los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Descendieron de sus astronaves con el casco y el traje espacial...

............. y encontraron un paisaje maravilloso y extraño; el terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua de color verde esmeralda. Había árboles azules y pajaritos nunca vistos, con plumas de rarísimo color.

En el horizonte se veían montañas rojas que despedían misteriosos fulgores.

Los astronautas miraban el paisaje, se miraban entre sí y se mantenían separados, desconfiando uno del otro.

Cuando llegó la noche se hizo un extraño silencio alrededor. La Tierra brillaba en el cielo como si fue una estrella lejana.

Los astronautas se sentían tristes y perdidos, y el norteamericano, en medio de la oscuridad llamó a su mamá.

Dijo: "Mamie".

Y el ruso dijo: "Mama".

Y el negro dijo: "Mbamba".

Pero en seguida entendieron que estaban diciendo lo mismo y que tenían los mismos sentimientos. Entonces se sonrieron, se acercaron, encendieron juntos una linda fogatita, y cada uno cantó las canciones de su país. Con esto recobraron el coraje y, esperando la mañana, aprendieron a conocerse.

Por fin llegó la mañana y hacía mucho frío. De repente, de un bosquecito, salió un marciano. ¡Era realmente horrible verlo! Todo verde, tenía dos antenas en lugar de orejas, una trompa y seis brazos.

Los miró y dijo: ¡GRRR!

En su idioma quería decir: “¡Madre mía!”, ¿quiénes son esos seres tan horribles?”.

Pero los terráqueos no lo entendieron y creyeron que ése era un grito de guerra.

Era tan distinto a ellos que no podían entenderlo y amarlo.

En seguida se sintieron de acuerdo y se declararon en contra de él.

Frente a ese monstruo sus pequeñas diferencias desaparecían. ¿Qué importaba que hablaran un idioma distinto? ¿ Qué importaba que uno tuviera la piel negra y los otros la tuvieran blanca? Entendieron que los tres eran seres humanos.

El otro no. era demasiado feo y los terráqueos pensaban que el que es feo debe ser malo.

Por eso decidieron matarlo con sus desintegradores atómicos.

Pero de repente, en el gran hielo de la mañana, un pajarito marciano, que evidentemente se había escapado del nido, cayó al suelo temblando de frío y de miedo. Piaba desesperado, más o menos como un pajarito terráqueo. Daba mucha pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no supieron contener una lágrima de compasión.

Y en ese momento ocurrió un hecho que no esperaban. También el marciano se acercó al pajarito, lo miró, y dejó escapar dos columnas de humo de su trompa. Y los terráqueos, entonces, comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lo hacen los marcianos.

Luego vieron que se inclinaba sobre el pajarito y lo levantaba entre sus seis brazos tratando de darle calor.

El negro que en sus tiempos había sido perseguido por su piel negra sabía cómo eran las cosas. Se volvió hacia sus dos amigos terráqueos:

¿Entendieron?, dijo. ¡Creíamos que este monstruo era diferente a nosotros y en cambio también él ama a los animales, sabe conmoverse, tiene corazón y, sin duda, cerebro también!

¿Todavía creen que tenemos que matarlo?

Se sintieron avergonzados ante esa pregunta.

Los terráqueos ya habían entendido la lección: no es suficiente que dos criaturas sean diferentes para que deban ser enemigas.

Por eso se aproximaron al marciano y le tendieron la mano.

Y él que tenía seis manos, estrechó de una sola vez la de ellos tres, mientras que con las que tenía libres hacía gestos de saludo.

Y señalando con el dedo la Tierra, allí abajo en el cielo, hizo entender que quería hacer un viaje para conocer a los demás habitantes y estudiar junto a ellos la forma de fundar una república espacial en la que todos estuvieran de acuerdo y se quisieran.

Los terráqueos dijeron que sí muy contentos.

Y para festejar el acontecimiento le ofrecieron un cigarrillo. El marciano muy feliz se lo metió en la nariz y empezó a fumar. Pero ya los terráqueos no se escandalizaban más.

Habían entendido que en la Tierra como en los otros planetas, cada uno tiene sus propias costumbres y que sólo es cuestión de comprenderse entre todos.

Eco, Umberto. (1966) Los tres astronautas. Ediciones La Flor, Buenos Aires, 1999, 7ª.

lunes, 18 de octubre de 2010

El principio de todo está en nuestro cerebro

Entrevista a Antonio Damasio

Por Toni Polo

Antonio Damasio (Lisboa, 1944), profesor de Psicología y Neurología en la Universidad del Sur de California, acaba de ser investido Doctor Honoris Causa por la Universitat Ramon LLull, en Barcelona. Su último libro, Y el cerebro creó al hombre (Destino), explora los mecanismos de la conciencia.

¿Qué desvela en su libro?

Me interesa entrar en detalle en nuestra propia biología, en cómo nuestro cerebro construye la mente y permite que esa mente sea consciente. Esas son las cuestiones fundamentales para que los seres humanos podamos entendernos a nosotros mismos y para que podamos comprender y entender el mundo que nos rodea.

El principio de todo, entonces, está en el cerebro.

En cuanto a nuestra vida consciente, sí; pero, antes del cerebro, existe la vida en nuestro cuerpo.

Antes de que se cree la mente, ¿sólo hay vida?

Científicamente, sí.

Sostiene que la mente es algo físico

Para mí, sí. Lo que pasa es que tenemos una intuición, bastante extraña, que nos induce a pensar que la mente no es física. La mente, de hecho, es un proceso que ocurre en las redes de neuronas que están conectadas muy estrechamente a nuestro cuerpo.

¿Cómo el cerebro construye la mente?

A través del trabajo de esas neuronas y del hecho de que el contenido de nuestra mente se reproduce mediante mapas del mundo exterior e interior. Todo se cartografía en la corteza visual. En cuanto a la mente, construimos una organización, que es el yo.

¿Cuándo podemos decir que ya está todo hecho?

Es un proceso que va desarrollándose poco a poco. Evidentemente, uno no nace con la misma mente que adquirirá con el tiempo a lo largo de su vida. Es un proceso muy gradual de desarrollo de nuestras redes del cerebro, que se ha ido desarrollando a lo largo de millones de años.

En su libro defiende que la cultura juega un papel importante en este sentido.

Intento explicar que partimos de una mente y un yo que está organizado en mayor parte por nuestro genoma. La evolución empieza a partir de organismos unicelulares; cada vez creamos organizaciones más complejas y, a medida que se va volviendo más complejo el cerebro, somos capaces de producir una conducta; luego se produce la mente; después, a la larga, esa mente desarrolla también la conciencia. Entonces se nos abre todo el mundo y somos capaces de construir instrumentos culturales, sistemas morales, de creencias, socioeconómicos, artes, ciencia Y eso es la cultura. Y cuando tenemos todo eso el mundo se vuelve todavía más complejo. Por eso afirmo que no sólo somos unas simples neuronas sino que somos unas neuronas muy bien organizadas y que, cuando estamos en una cultura, somos capaces de desarrollar un nuevo nivel de organización y de regulación de la vida.

Todo ello es lo que permite abordar el conflicto social

Sí. Tenemos la posibilidad. Si se entiende cómo se procesan algunas emociones, podemos entender los conflictos sociales.

¿Dónde surgen las emociones?

Pertenecen al organismo. Las emociones se crean en el cerebro y van hacia el cuerpo; cuando las sentimos, lo hacemos en el cerebro; es decir, que regresan allí. Es un circuito de ida y vuelta.

¿Tenemos aptitudes innatas?

Sí. Hay personas con mayor don para las artes visuales, la música... Innato significa que se ha nacido con una determinada aptitud. Pero a veces uno nace con ella y a veces se desarrolla a edades muy tempranas. Prefiero decir que se desarrolla en fases tempranas, en vez de en fases tardías.

¿En el resto de animales, el proceso es el mismo?

Es muy parecido, pero nosotros tenemos una mente y una conciencia mucho más compleja que el resto de animales.

Fuente:http://www.publico.es/ciencias/341888/-el-principio-de-todo-esta-en-nuestro-cerebro

jueves, 14 de octubre de 2010

Medio pan y un libro

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!' Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Tomado de: http://red-latina-sin-fronteras.lacoctelera.net/post/2010/09/14/federico-garcia-lorca-medio-pan-y-libro

miércoles, 13 de octubre de 2010

Mensajes clave y temas para el futuro (7)

La neurociencia educacional está generando un valioso nuevo conocimiento para informar sobre las políticas y prácticas educacionales: En muchas cuestiones, la neurociencia construye a partir de las conclusiones del conocimiento existente y la observación diaria, pero su contribución importante reside en capacitar el movimiento desde la correlación a la causalidad –comprender los mecanismos que están detrás de los patrones familiares– para ayudar a identificar las soluciones eficaces. En otros temas, la neurociencia está generando nuevo conocimiento y, por lo tanto, abre nuevas vías.

Las investigaciones acerca del cerebro proveen una evidencia neurocientífica importante para apoyar los fines generales del aprendizaje continuo: lejos de apoyar las nociones “edadistas” [ageist] de que la educación es la provincia exclusiva de los jóvenes –no obstante la potente capacidad de aprendizaje de éstos– la neurociencia confirma que el aprendizaje es una actividad continua y que, mientras continúe por más tiempo, más efectivo es.

La neurociencia fortifica el apoyo a los beneficios generales de la educación, especialmente para las poblaciones en envejecimiento: La neurociencia provee poderosos argumentos adicionales sobre los “beneficios generales” de la educación (más allá de los simplemente económicos, que valen tanto para los gestores de políticas) como son la identificación de intervenciones en el aprendizaje como una parte valiosa de la estrategia para enfrentar los enormes y costosos problemas de la demencia senil en nuestras sociedades.

La necesidad de enfoques holísticos basados en la interdependencia de cuerpo y mente, lo emocional y lo cognitivo: Lejos de focalizarse en el cerebro, reforzando exclusivamente un sesgo cognitivo dirigido por el desempeño, surge la necesidad de enfoques holísticos que reconozcan la estrecha interdependencia del bienestar físico e intelectual y la estrecha interrelación entre lo emocional y lo cognitivo, lo analítico y las artes creativas.

Comprendiendo la adolescencia –alta potencia, deficiente conducción–: Las ideas acerca de la adolescencia son especialmente importantes, ya que es en este período cuando suceden acontecimientos, en la carrera educacional de una persona, que tienen consecuencias duraderas. En ese tiempo los jóvenes han desarrollado bien su capacidad cognitiva (alta potencia), pero tienen inmadurez emocional (deficiente conducción). Esto no puede implicar que se debieran demorar opciones importantes hasta la edad adulta, pero sugiere que estas opciones no debieran cerrar puertas definitivamente.

Una mejor información para el currículo, las fases y los niveles de la educación a partir de ideas neurocientíficas: El mensaje es atenuado: no hay “períodos críticos” cuando debe ocurrir el aprendizaje, pero hay “períodos sensibles” cuando la persona está especialmente apta para involucrarse en actividades de aprendizaje específicas (el aprendizaje del idioma es analizado en detalle). El mensaje del informe de la necesidad de una base fuerte y temprana para los aprendizajes continuos refuerza el rol clave de la educación infantil temprana y de la escolarización básica.

Asegurar la contribución de la neurociencia a los principales desafíos del aprendizaje, incluyendo las tres “Ds”: dislexia, discalculia y demencia. Sobre la dislexia, por ejemplo, sus causas se desconocían hasta hace poco. Ahora se sabe que resultan primariamente de características atípicas de la corteza auditiva (y posiblemente, en algunos casos, de la corteza visual) y es posible identificar estas características a una edad muy temprana.

Más evaluaciones personalizadas para mejorar el aprendizaje, no seleccionar y excluir: Las técnicas de neuroimagenología ofrecen potencialmente un poderoso mecanismo adicional con el cual identificar características de aprendizaje de la persona, para basar la personalización; pero, al mismo tiempo, esta herramienta puede conducir a instrumentos más poderosos para la selección y exclusión que los que están actualmente disponibles.

Las áreas clave son identificadas como prioridades para las investigaciones neurocientíficas educacionales futuras; no como una agenda exhaustiva sino como derivaciones directas del informe. Esta agenda para la investigación futura –que abarque una mejor comprensión de materias, así como el momento oportuno [timing] óptimo para diferentes formas de aprendizaje, el desarrollo y la regulación emocional, acerca de cómo moldean el aprendizaje los materiales y ambientes específicos, y el análisis continuado del lenguaje y las matemáticas en el cerebro– debería, si se realiza, estar avanzando en el nacimiento de una ciencia del aprendizaje transdisciplinaria.

Ésta es la aspiración que concluye este informe y la que le da su título. También lo es que sea posible dominar el conocimiento que está surgiendo acerca del aprendizaje, para crear un sistema educacional que sea al mismo tiempo personalizado y relevante universalmente. (7) OECD (2010). La comprensión del cerebro. El nacimiento de una nueva ciencia del aprendizaje, Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henriquez, Chile.