sábado, 21 de agosto de 2010

¿CÓMO APRENDE EL CEREBRO A LO LARGO DE LA VIDA? (1)

Los neurocientíficos han establecido muy bien que el cerebro tiene una capacidad muy potente y bien desarrollada para cambiar en respuesta a las demandas del ambiente: un proceso denominado plasticidad. Éste comprende la creación y el fortalecimiento de algunas conexiones neuronales y el debilitamiento o la eliminación de otras. El grado de modificación depende del tipo de aprendizaje que ocurre: el aprendizaje a largo plazo implica una modificación más profunda. También depende del período de aprendizaje: los niños pequeños experimentan un crecimiento extraordinario de nuevas sinapsis. Sin embargo, un profundo mensaje es que la plasticidad es una característica central del cerebro a lo largo de toda la vida.

Existen “períodos sensibles” u óptimos durante los cuales ciertos tipos especiales de aprendizaje son más efectivos, a pesar de esta plasticidad que dura toda la vida. Para los estímulos sensoriales, como los sonidos del habla, y para ciertas experiencias emocionales y cognitivas, como el contacto con el lenguaje, hay períodos relativamente restringidos y tempranamente sensibles. Otras destrezas, como la adquisición de vocabulario, no pasan a través de estos períodos restringidos y pueden ser igualmente bien aprendidos en cualquier momento de la existencia. La neuroimagenología de los adolescentes nos muestra ahora que el cerebro de ellos está lejos de haber madurado y presenta cambios estructurales extensos mucho después de la pubertad. La adolescencia es un período extremadamente importante en términos de desarrollo emocional, en parte debido al surgimiento de hormonas en el cerebro; la corteza pre-frontal, aún no desarrollada del todo entre los jóvenes, puede ser una de las explicaciones para su conducta inestable. Hemos capturado esta combinación de inmadurez emocional y alto potencial cognitivo en la frase “alta potencia, deficiente conducción”.

En los adultos mayores, la fluidez o experiencia con una tarea puede reducir los niveles de actividad cerebral –en un sentido, ésta es una mayor eficiencia de procesamiento–. Sin embargo, el cerebro también declina mientras más dejamos de usarlo y con la edad. Los estudios han mostrado que el aprendizaje puede ser un medio efectivo de contrarrestar el funcionamiento reducido del cerebro: mientras más oportunidades haya para los adultos mayores de seguir aprendiendo (ya sea mediante la educación de adultos, o las actividades sociales o laborales), mayores serán las oportunidades para demorar el comienzo o atrasar la aceleración de las enfermedades neurodegenerativas.

(1) OECD (2010), La comprensión del cerebro: Ela nacimiento de una ciencia del aprendizaje, Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henriquez, Chile.

doi: 10.1787/9789567947928-es