domingo, 16 de enero de 2011

TRES CULTURAS FAMILIARES EN COLOMBIA 1

Texto inédito del filósofo colombiano Estanislao Zuleta

Voy a tratar de dar un enfoque general de la historia de la familia en Colombia. Esto es casi lo mismo que hacer una historia de la cultura colombiana, en el sentido antropológico del término «cultura» Pues bien, el problema de la familia colombiana es bastante complejo, porque nosotros tenemos culturas muy diferenciadas, abrigadas bajo unas mismas fronteras. Por ejemplo, hubo culturas que podríamos denominar caribes: es más parecida nuestra costa a la costa venezolana o a Cuba que a Boyacá; una cultura de altiplanos como Nariño, Boyacá, parte de Cundinamarca, es más parecida a la tierra peruana o a Bolivia que a la costa colombiana. Tuvimos culturas de vertiente hechas por colonos, como en Antioquia, Caldas y parte de Santander, que se diferencian mucho más profundamente por sus tradiciones, por su música, de los vecinos colombianos que de otros países latinoamericanos, como por ejemplo de un país también de pequeños propietarios como El Salvador, cafetero de vertiente, con los mismos problemas de población y de emigrantes que han tenido Antioquia y Caldas, que lo condujeron recientemente a una guerra.

Tenemos pues, digámoslo así, cobijadas bajo las mismas fronteras de un solo Estado o de una sola patria, culturas muy diferentes, culturas que tienen una formación histórica diferente o que proceden de economías diferentes, de formas diferentes de poblamiento y que produjeron en nuestra historia diferentes formas folclóricas; hay folclores costaneros de los grandes ríos y las costas marítimas parecidos al folclor afrocubano, con los mismos atuendos de nuestras vertientes, y hay también otro folclor de las altiplanicies. Pero así como tenemos esas tres grandes culturas, porque nosotros no podemos hablar de una cultura colombiana, así también tenemos tres configuraciones de la familia en Colombia, según su historia. Hablemos primero de una cultura de vertientes; así la han llamado algunos escritores colombianos para referirse a la cultura antioqueña, caldense y en gran parte también santandereana; una cultura costanera, aunque cobija gran parte del río Magdalena porque está en las planicies bajas, y una cultura de altiplanos donde una densa población aborigen fue dominada por una casta señorial. Démosle esa expresión ahora que comenzamos a explorar sus diferencias y sus características, y la manera como ella configuró una forma de familia y por tanto una psicología, un temperamento, un lenguaje, un folclor.

La cultura costanera procede de una forma económica que es la esclavitud. La esclavitud es una forma de explotación económica que se caracteriza, entre otras cosas, por ser enemiga acérrima de la estabilidad familiar en todas las partes donde ha ocurrido. Al señor esclavista le interesa la fuerza de trabajo activa, no los costos improductivos; por tanto, compra la fuerza de trabajo a la edad próxima a la producción y no le importa su reproducción.

Los sistemas esclavistas se caracterizan porque no tienen una forma de reproducción, esto es, porque no se reproducen a sí mismos; necesitan una importación continua de fuerza de trabajo extraña, sea por guerras, como en Grecia y en Roma; sea por compra o por cacería, como lo hicieron los estados cristianos de los siglos XVI, XVII y XVIII al atraparlos en África y realizar una importación masiva y continua que duró tres o cuatro siglos; como la servidumbre es la que se reproduce y la esclavitud no, se requiere una continua fuerza de trabajo en venta o en cacerías o en guerras. Por eso todos los estados esclavistas fueron en la antigüedad estados en guerra permanente: necesitaban un movimiento continuo de nueva fuerza de trabajo. ¿Para qué? Para mantener a bajo costo el esclavo. En cambio, la inversión que consiste en mantener una familia para que se reproduzca ya no se justifica; por tanto, da lo mismo que el tipo sea siervo, que se mantenga a sí mismo con su propio trabajo y que le entregue al Señor apenas unas horas del día o unos días de la semana, como era la costumbre.

La esclavitud no se reproduce, por lo que la familia bajo el régimen esclavista es más inestable que la de cualquier otro régimen. En el momento en que se suprime el ingreso de trabajo esclavo, entra en crisis el régimen económico de la esclavitud. Una parte de nuestro país tiene en su historia una enorme influencia de la configuración esclavista, debido a que la esclavitud es un producto de exportación; frutos de plantación tropical cosechados en Jamaica, en Haití, en Cuba, en todas las costas caribes, se exportaron a los mercados europeos, porque estaban vecinos a los centros de exportación, a los mares, a los ríos; por tal razón, la región costanera fue poblada por una gran cantidad de fuerza de trabajo esclava.

La crisis de Roma se debe fundamentalmente a que los bárbaros ya no eran objeto de una importación continua de fuerza sino más bien un peligro militar, de la misma manera que la crisis griega se origina en que los griegos ya no eran capaces de someter a gran parte del Asia Media a su propio sistema de explotación esclavista. Además, ya había visto Platón desde su propio tiempo que la civilización griega se encontraba en serio peligro, precisamente por la misma razón. La esclavitud entra en crisis siempre que se dificulta la importación de fuerza de trabajo esclavista. En el siglo XIX las gentes africanas comenzaron a escasear, lo que generó tal encarecimiento del precio de los esclavos en el sur de Norteamérica, en las colonias españolas e inglesas y en las repúblicas latinoamericanas, que muchos prefirieron pagar un salario bajo que comprar un esclavo.

En el momento, y eso no es edificante pero hay que decirlo claramente, en el momento en que la esclavitud dejó de ser buen negocio, la idea de la libertad se puso de moda. Entonces las religiones que habían convivido durante cuatro siglos alegremente con la esclavitud, descubrieron que su idea del hombre, de la dignidad humana era tan alta, que resultaba incompatible finalmente con la esclavitud. Pero sólo lo descubrieron cuatro siglos después de haber convivido con la esclavitud. Lo descubren exactamente en el momento en que se hace un mal negocio, cosa poco edificante.

Hegel había sostenido en su filosofía de la historia universal hasta qué punto era benigna, favorable, la institución de la esclavitud, en sí misma mala, pero históricamente necesaria. Mala para el hombre, pero para el hombre que esté suficientemente desarrollado, y buena para que se desarrolle. Había sido claramente explicado por los teólogos como consecuencia inevitable del pecado original, había sido fuertemente defendida por todos los pensadores clásicos del liberalismo, sin excepción, que habían condenado como un atraco contra la libertad de comercio la prohibición de la esclavitud, porque el hombre era un ser libre, libre de vender y compra lo que quisiera, por ejemplo esclavos, y por tanto era un atentado contra la libertad humana, es decir, comercial, porque el hombre el comerciante son la misma cosa para el pensamiento liberal; la prohibición de la esclavitud era un atentado contra la libertad humana. Finalmente los liberales, los protestantes, los católicos, diéronse todos cuenta que la esclavitud era una cosa indigna de la naturaleza humana en el momento en que dejó de ser un buen negocio; todos descubrieron que era incompatible esa institución con su alta idea de la dignidad humana. Y entonces se acabó la esclavitud en Norteamérica y en Suramérica; en el Brasil duró un poco más, pero finalmente también se acabó.

Se acabó la esclavitud ciertamente, y como ustedes saben, no siempre con el buen ánimo de los esclavos, que se veían arrojados a un mercado de fuerza de trabajo donde la comida era mucho más imprevisible que en la esclavitud misma, por lo que muchos de los esclavos protestaban. Alegaban fidelidad, amor a sus amos y sobre todo su horror al mercado de fuerza de trabajo; solicitaban el servicio de seguir siendo esclavos, pero no lo lograron. La abolición de la esclavitud no fue una medida tan heroica como hoy la adjudican a ciertos próceres, como a José Hilario López y antes a Bolívar; los españoles ya la habían decretado, con tal que los esclavos los apoyaran en la guerra de Independencia. Era una medida mucho más comercial y menos heroica y menos ideológica de lo que parece, por lo que se adoptó en todas partes más o menos al mismo tiempo; en todas partes se encontró al gran profeta de la libertad.