domingo, 26 de agosto de 2012

BOFETADA EDUCADÍSIMA DE BRASIL AL MUNDO. DECLARACIONES DE CHICO BUARQUE - MINISTRO DE EDUCACIÓN DE BRASIL.


Durante un debate en una universidad de Estados Unidos, le preguntaron al ex gobernador del Distrito Federal y actual Ministro de Educación de Brasil, CRISTOVÃO CHICO BUARQUE, qué pensaba sobre la internacionalización de la Amazonia. Un estadounidense en las Naciones Unidas introdujo su pregunta, diciendo que esperaba la respuesta de un humanista y no de un brasileño.

Ésta fue la respuesta del Sr. Cristóvão Buarque:

Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro.

Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.
Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero.
El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.
De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales.
No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.

También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.
No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.
Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad.

De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia… cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.
Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.
En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda. 

Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir.

Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras El mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente nuestra!

NOTA: Este artículo fue publicado en el NEW YORK TIMES, WASHINGTON POST, USA TODAY y en los diarios de mayor tirada de EUROPA y JAPÓN.

Pero en BRASIL y el resto de Latinoamérica, este artículo no fue publicado.

jueves, 26 de julio de 2012

¿CÓMO SERÁ EL AULA DEL FUTURO?


Durante cuatro años, de 2010 a 2014, se van a analizar 1.000 aulas en las que se están utilizando metodologías que se engloban en el aprendizaje del siglo XXI. Es el proyecto europeo iTEC y puedes conocer una de las experiencias prácticas que ha llevado a cabo Paula Jover, de American School, Valencia. 

Cuando me propusieron participar como centro piloto en el proyecto europeo iTEC, con el desarrollo de una experiencia al respecto, enseguida pensé en mis alumnos de Historia del Arte de 2º de Bachiller. Desde el principio se mostraron muy ilusionados y con ganas de participar; tanto los chicos como yo aprendimos muchísimo y ahora seguimos incorporando a nuestras clases muchas de las estrategias llevadas a cabo mientras duró la experiencia.

Lo mejor de todo fue ver cómo eran ellos mismos los que, poco a poco, se convertían en los protagonistas de su aprendizaje: seleccionando los temas, recogiendo la información, realizando el documental, organizando fotografías y videos… También fueron los propios alumnos quienes tomaron la iniciativa de elaborar, editar y traducir el blog ‘Escultura Medieval’ (hdavalencia.blogspot.com) donde ir recogiendo sus opiniones y progresos día a día.

Cambios ‘espaciales’

Tuvimos que cambiar la distribución de mesas en el aula, ya que todas las clases se realizaron en pequeños grupos de 4 personas. También modificamos el espacio de trabajo, ya que salimos a visitar la Lonja y la Catedral de Valencia: fue una jornada muy intensa en la que, por equipos, buscaron y fotografiaron detalles de los edificios, temas escultóricos destacados en estos grandes monumentos; después, la tarea continuó en el aula, organizando y clasificando las imágenes obtenidas para su posterior estudio.

La evaluación también fue protagonizada por los chicos: en la PDI realizaron la lista de aspectos que se deberían tener en cuenta y con todos ellos elaboramos una tabla de calificación. Ellos son los que saben mejor que nadie qué es lo que les está costando más esfuerzo y debería valorarse, tenerse en cuenta a la hora de evaluar. De hecho, en las exposiciones orales, cada uno realizaba comentarios, preguntas y también evaluaba a sus compañeros.

Para mí, como profesora, ha sido muy gratificante ver cómo el proyecto iba avanzando y de qué modo todos íbamos aprendiendo de forma divertida. En este sentido, la colaboración ha sido esencial, ya que cada equipo trabajó un aspecto que luego tuvo que comunicar al resto de compañeros de clase. Han desarrollado muchísimo su capacidad de observación y de crítica, algo esencial para estudiar Historia del Arte.

Los alumnos se han convertido en los verdaderos protagonistas dentro y fuera del aula, han sido capaces de organizarse en grupos, repartir tareas, compartir responsabilidades y sacar conclusiones a través de su propia observación e investigación. Ha sido una experiencia muy positiva para todos y que, seguro, repetiremos.

Más información sobre el proyecto europeo iTEC en Educación 3.0, nº 7, verano 2012.

sábado, 7 de julio de 2012

EL MAYOR DESAFÍO DEL PROFESOR VA A SER QUE SU ALUMNO QUIERA APRENDER: MARÍA BITTENCOURT


Por María Margarita Fontecha
María das Graças Bittencourt
María das Graças Bittencourt
ENTREVISTALa coordinadora del programa de intervención pedagógica en Minas Gerais (Brasil), una experiencia de transformación educativa reconocida a nivel mundial, que inspiró el programa 'Todos a aprender' de Mineducación, habló con Semana.com.

María das Graças Bittencourt coordina el programa de intervención pedagógica en Minas Gerais (Brasil), una experiencia de transformación educativa reconocida a nivel mundial,  que inspiró el programa 'Todos a aprender', propuesto por la cartera de Educación.

En diálogo con Semana.com, Bittencourt habló sobre la calidad educativa y las recomendaciones para incentivar el aprendizaje en los estudiantes.

Semana.com: ¿Cuál es el primer paso para asegurar la calidad en la educación?
Maria das Graças Bittencourt: Poner al estudiante como centro del sistema. En Minas Gerais (Brasil) nos dimos cuenta que el alumno no era el centro de la educación y esto era increíble, porque es él quien al final será el directo receptor de todo lo que se haga. Esta visión debe tenerse desde las entidades del Estado, hasta las propias escuelas.

En segundo lugar se debe ayudar al profesor a que se concentre en trabajar en su propia formación y práctica, ya que esto ayudará en el proceso de aprendizaje de sus estudiantes, y por último, evaluar y saber si el proceso de aprendizaje está concebido como debería ser y si los alumnos están aprendiendo lo que deberían aprender.

Semana.com: ¿Cuáles elementos debe tener ese proceso de aseguramiento de la calidad?
M.G.B: La educación tiene una serie de cosas que deben estar presentes y actuar simultáneamente para que todo funcione: material didáctico, infraestructura, participación de los padres, pero lo más importante para que haya educación de calidad es tener un foco. Y el foco debe ser el aula de clase, porque es allí donde se da el proceso que da vida a la educación, que es el aprendizaje, es decir, la relación del profesor y el alumno.

Es fundamental entonces que las escuelas, desde el director, pasando por los maestros, todo el mundo, se concentre en mejorar y realizar las acciones necesarias para que la relación del profesor y el alumno funcione de la mejor manera posible.

Semana.com: ¿Cuál es el papel de la empresa privada en todo ese proceso?

M.G.B: Es muy importante contar con las empresas porque son sus líderes quienes ayudan a poner el tema de la educación en las agendas y así se vuelve una cosa importante para el país y el Estado. Ahora, también es fundamental que las empresas estén al tanto del tema de la educación, ya que permiten desarrollar proyectos a partir del apoyo financiero.

Semana.com: ¿Cómo se logra que el alumno no repita sino que vaya más allá y se vuelva crítico en el proceso de aprendizaje?

M.G.B: Cambiando la forma en que enseña el profesor. Es un gran desafío pero es algo que mejorará la calidad de la educación, porque si se cambia la postura del profesor frente al proceso, el alumno cambia automáticamente su posición frente al aprendizaje.

En otras palabras, si enseño para la evaluación, para que el alumno responda algo, ahí no hay aprendizaje y por lo tanto, se debe evaluar e intervenir para corregir el rumbo. Ahora, no solo el profesor logra hacer las intervenciones necesarias para que el estudiante aprenda, la escuela en conjunto y la comunidad deben estar pendientes para rectificar el camino.

Semana.com: ¿Cómo se motiva al alumno para que estudie y aprenda? 

M.G.B: El mayor desafío del profesor va a ser que su alumno quiera aprender. ¿Cómo lo logra? Desafiando al estudiante, esa es una de las estrategias; poniendo situaciones problema que sean interesantes, significativas y tengan que ver con la vida de él. Si son cosas de matemáticas, el profesor no puede partir o utilizar cosas abstractas que no hacen parte de la vida del estudiante.

lunes, 2 de julio de 2012

DISEÑO DE UNIDADES DIDÁCTICAS DIGITALES

EL "ALUMNO CLIENTE" CREE QUE SU IDENTIDAD LA OTORGA EL CONSUMO


Por Leonardo Tarifeño  | LA NACION

El francés Daniel Pennac se convirtió en un referente mundial de la reivindicación de la lectura gracias a su ya clásico Como una novela (1993), pero mucho antes de ese libro, durante su adolescencia, vivió la escuela como una auténtica pesadilla.

"Cuando no era el último de la clase, era el penúltimo. Siempre había oído decir que yo había necesitado todo un año para aprender la letra A. La letra A, en un año. El desierto de mi ignorancia comenzaba a partir de la infranqueable B", recuerda en Mal de escuela , sus extraordinarias memorias como oveja negra del aula, la obra que lo trajo a Buenos Aires para su presentación en la Feria del Libro.

Elegante, irónico y muy crítico de la influencia que la sociedad de consumo tiene en la educación actual, Pennac admite que haber sido un mal alumno lo ayudó a ser un buen profesor. "Yo sé lo que sienten los marginados, sé lo que implica mentir en la clase primero y en la casa después. La experiencia del dolor ha sido clave para tratar de que mis propios alumnos no pasen por eso", explica, con una sonrisa a mitad de camino entre la complicidad y la resignación.

-En Mal de escuela dice que algunos malos alumnos necesitan que algo o alguien los saque de la realidad escolar para no desarrollar "la pasión del fracaso". ¿Qué o quién lo ayudó a usted?
-En mi caso, cuatro profesores y mi primer amor. Todos ellos me dieron la sensación de existir, me permitieron creer que podía tener una existencia fuera de la identidad escolar. Esos profesores se dirigían a mí, por alguna razón vieron en mí algo que parecía interesarles. Y eso me salvó. No se preocupaban tanto por el desempeño escolar, y la paradoja es que gracias a eso mismo mi desempeño escolar mejoró mucho.

-¿Por ejemplo?
-Bueno, cuando uno es mal alumno miente todo el tiempo. Entonces, al profesor de francés se le ocurrió metamorfosear la mentira y convertirla en creación novelesca. Me dijo: "No te voy a pedir una tarea más, no me des más explicaciones, sólo quiero que cada semana escribas unos diez párrafos de una novela". Y así entré a la literatura.

-¿Qué aprendió de cada uno de esos profesores?
-Muchas cosas. En primer lugar, el sentido del otro. La enseñanza como conversación: eso mismo hice con mis alumnos durante todos estos años. Cuando sos profesor, tenés entre 100 y 130 alumnos por año, y la relación pedagógica exige que esos 130 alumnos sientan que existen individualmente para el profesor. En segundo lugar, aprendí la reciprocidad. Si yo me rompo el alma corrigiendo minuciosamente un trabajo, espero que el alumno tenga en cuenta esas correcciones. El tercer aspecto es el compañerismo. Uno mantiene una relación de años con los alumnos, y para enriquecerla debe haber autoridad y juego. Si yo les pido que me reciten un texto de memoria, acepto que ellos también me exijan lo mismo a mí.

-Suena poco convencional.
-En realidad son técnicas muy simples. El profesor de matemática me enseñó otra cosa. En sus clases, los alumnos tenían derecho a decir "estoy cansado", "no hice los deberes porque tengo problemas en casa" o "me gustaría que usted, profesor, se enfermara durante unas semanas". Podían decir lo que quisieran menos una sola cosa: "Eso no me interesa".Allí otra vez hay algo muy simple, la base misma de la pedagogía, es decir, reconocer que todos los temas pueden y deben ser interesantes? si uno tiene la predisposición para interesarse por ellos.

-En una época en la que el bullying se ha instalado como una tendencia mundial, ¿cómo se lucha contra ese fenómeno?
-No es un fenómeno de una época en particular; es una enfermedad constitutiva de la institución escolar de todos los países. Es un producto inevitable del encierro y la reclusión. Como dice el filósofo cristiano René Girard, cuando se forma un grupo, naturalmente se produce la tendencia de rechazar a uno de sus miembros. Y a ese miembro le adjudican todos los defectos posibles. En las sociedades primitivas se lo condena a muerte, en las empresas de hoy, o en la escuela, al exilio o la marginación.

-En Mal de escuela se refiere al "alumno-cliente", el experto en consumismo de apenas 20 años. ¿La irrupción del "alumno-cliente" es el fenómeno más peligroso de la educación actual?
-Los jóvenes se han convertido en clientes de la sociedad de consumo. Son tanto o más consumistas que los adultos y eso ocurre en todos los sectores sociales. Hoy los alumnos son clientes y creen que su identidad la otorga el consumo.

-En su rol de profesor, ¿cómo enfrenta esa situación?
-Cuando los chicos van a la escuela, se comportan con los profesores como si fueran clientes. Sólo que la cultura no es un bien de consumo. ¿Qué es un cliente? Es alguien que sólo tiene en cuenta sus propios deseos. ¿Y cómo funciona la escuela? La escuela no se dirige a nuestros deseos, sino a nuestras necesidades.

martes, 26 de junio de 2012

UN PROFESOR IDEA UN MÉTODO DE APRENDIZAJE DONDE EL ALUMNO ES EL PROTAGONISTA Y QUE "EVITA EL FRACASO ESCOLAR"


SEVILLA, 23 (EUROPA PRESS) 


Jesús Mellado (Madrid, 1976) es maestro y escritor y da clases de Educación Infantil en el colegio 'Poetas Andaluces' de Montequinto (Sevilla). Tras años investigando por qué los niñosdesarrollan con asombrosa facilidad ciertas habilidades complejas y tardan en aprender otras más sencillas, ha ideado un método de aprendizaje, al que ha bautizado como "pedagogía discente", en el que el alumno es el "protagonista absoluto" de su propio proceso educativo y que ayuda a "evitar el fracaso escolar".


Según ha explicado a Europa Press, el problema de la actual manera de enseñar es que se "sigue haciendo igual que hace 30 años, cuando la escuela se diseñó para un modelo de sociedad industrial". Por eso, y pese a que reconoce que el sistema educativo andaluz es "bueno y está bien estructurado", cree que adolece de profesorado formado para dar respuesta a las necesidades de los pequeños nativos digitales.


"Lo que hoy ofrecemos al alumnado para que aprenda es lo que a nosotros (los mayores) nos da la gana que aprendan, pero no lo que ellos quieren aprender. Esta pedagogía discente hace que los niños aprendan porque son ellos los que deciden qué quieren saber a través de una estrategia previamente diseñada, lógicamente", explica. 


Así, a través de la estimulación de sus curiosidades, los pequeños evolucionan, según asegura este profesor, "a pasos agigantados" y aumentan su autoestima y conocimientos prácticos. Preguntado sobre si esta metodología --que parte de la idea de que cada niño tiene un nivel de desarrollo diferente-- es factible aplicarla en la actualidad tal y como está concebida la escuela, Mellado no lo duda un segundo: "por supuesto". 


No en vano, él la ha puesto en práctica en sus clases y, según dice, obtiene muy buenos resultados con el consiguiente beneplácito de las familias, que notan "enseguida" la evolución de sus hijos y hasta han llegado a notar "un cierto retroceso" cuando han pasado de etapa educativa y han vuelto a la pedagogía clásica frente a la "discente".


Esta última, basándose en las teorías constructivistas de César Coll, el aprendizaje comunicativo o la pedagogía del caracol, aplica principios de intervención pedagógica como "el empoderamiento, la libertad de elección, el buen trato, la creatividad, la colaboración, la alternancia y el amor". Unos principios que, según Mellado, los niños "aprovechan al máximo" porque "no hay otra causa del desarrollo de una persona que el interés y la interacción con el mundo físico, sobre todo en las edades más tempranas". 


De ahí que este maestro insista tanto en la necesidad de que más profesores utilicen esta metodología y la Administración educativa invierta en una "formación del profesorado más creíble y con otras estrategias". "Yo siempre pongo el mismo ejemplo y es que ahora hay muchos profesores que hacen cursos de educación emocional porque está de moda y después solo hay que darte una vuelta por los pasillos de cualquier centro para ver a profesores gritando para hacer callar a sus niños o castigándolos por salirse de la fila. Es decir, haciendo todo lo contrario a lo que dicta la educación emocional", ejemplifica.


APRENDIZAJE POR EXPERIMENTACIÓN


Otra de las características de esta pedagogía es que el alumno aprende por experimentación, convirtiendo así este proceso en algo "fácil, apasionado y creativo". "Cuando una tarea, por difícil que sea, se realiza por iniciativa propia, se ponen en uso todas las capacidades, habilidades, herramientas y conocimientos necesarios para resolverla con éxito. Se desarrollan las herramientas vitales, que en definitiva son las que marcan nuestro éxito o fracaso a lo largo de nuestra vida. Unos son capaces de adaptarse al cambio y a las nuevas formas de vida y otros no", argumenta Mellado. 


Para este docente, ya no tiene sentido la "educación tradicional asocial, con alumnos sentados en silencio y en filas militarmente ordenadas", por lo que apuesta por este nuevo modelo que "no requiere mayores presupuestos, pero sí un profesorado más exigente". "Yo estoy en contra de los recortes en educación, pero es verdad que lo importante no son solo los recursos. Se puede hacer mucho más con mucho menos", indica. Pero para ello, concluye, hay que conseguir "que ir al colegio sea para los niños una experiencia placentera".

domingo, 27 de mayo de 2012

ADOLESCENCIA


Por: William Ospina

Es la mejor edad de la vida. Pero no aquí.

¿Cuándo se dará cuenta la ciega y sorda y sórdida dirigencia colombiana que nadie padece tanto ni protagoniza tanto el drama de este país como esa juventud que debería estar disfrutando las mieles de la vida y aquí es pasto de la desdicha, de la incertidumbre y de la muerte?

A veces nos dicen que el principal mal de Colombia es el desempleo, a veces que la inseguridad, a veces que la violencia intrafamiliar, a veces que la drogadicción, a veces que la exclusión. Pero con demasiada frecuencia todas esas cosas recaen sobre el mismo sector social: los jóvenes entre los 15 y los 25 años. Tantos males acumulados son en realidad un mismo mal: el de un país que no tiene la menor consideración por sus jóvenes, ni por su convulsionado presente ni por su desesperanzado futuro.

Las estadísticas revelan que en Colombia el índice de desempleo juvenil duplica el de toda la América Latina. Nuestros jóvenes no tienen trabajo, el caso de las mujeres es aún más alarmante que el de los hombres, y eso que no sabemos si en las cifras de empleo se cuentan los muchachos que viven del rebusque en los márgenes del código penal y las muchachas que viven de la noche.

Adolescentes. Claro que deberían estar estudiando, como lo hacen todos en los países donde la educación es un derecho, pero aquí, ya se sabe, la educación es un privilegio. Deberían dejar para después las duras responsabilidades de la paternidad, pero aquí no hay ejemplo, ni orientación, ni oficio, ni alternativa lúdica. Los muchachos sin futuro tienen que convertirse en los padres tempranos de hijos aun con menos futuro, en una progresión despiadada, y son consecuencia y son causa de fenómenos alarmantes de violencia intrafamiliar.

Son el blanco favorito de la publicidad, que les construye y les impone un arquetipo de felicidad y de consumo. Aunque no haya con qué consumir, el consumo no es una opción: es el deber maligno de las sociedades modernas. El culto por la moda, por las marcas, por los artefactos: la cruel religión de la época. En toda sociedad excluyente y estratificada muchos jóvenes se ven forzados por el medio a obtener a cualquier costo los recursos para satisfacer las órdenes del mercado. Parte de ese ritual son los certámenes de la conquista amorosa, que nunca tuvo tantas exigencias. Donde es ya difícil sobrevivir, los jóvenes tienen que impedir además ser discriminados y ninguneados en los escenarios de la vida social.

¿Hay alguien dispuesto a emplear a jóvenes que carecen de la calificación laboral que brinda la escuela, de la formación que brinda el hogar, de las destrezas que transmite la tradición, de las habilidades sociales que niega el orden excluyente? Claro que sí, esos empleadores son la delincuencia, la mafia, la guerrilla. Si aquí nadie les paga a los jóvenes un salario por crear, por liderar procesos de convivencia, por persistir en una vocación o en un aprendizaje, siempre hay quien está dispuesto a pagarles por empuñar un arma, por formar un ejército, por robar, por espiar, por guardar espaldas, por romper pechos.

Mucho hay que cambiar y mucho que inventar en la educación contemporánea. La educación que el mundo necesita no puede seguir siendo una empresa privada. Debe enseñar a hacer, debe convertir en aulas la naturaleza y la calle, debe formar ciudadanos y seres humanos, debe ser una inmensa inversión colectiva en seguridad, en productividad, en afecto y en felicidad. No es sólo un problema de pedagogía, es un problema de orden de la civilización.

Porque, aunque ciertos decanos de economía, que por lo menos son expertos en contabilidad, se apresuran a decirles a los jóvenes que hagan cuentas, que no hay recursos para la educación gratuita que todos reclaman, conviene tener en cuenta que invertir en educación no es sólo invertir en educación: es invertir en seguridad, en salud, en empleo; es bajar a mediano plazo los gastos militares y de policía, los gastos judiciales y carcelarios; es fortalecer las instituciones, es cualificar la economía, es fortalecer la competencia tecnológica, es invertir en la calidad de la vida ciudadana. Sobre todo si logramos superar los criterios demasiado estrechos de la educación académica y concebimos la educación como un gran proyecto colectivo para aprender oficios, desarrollar destrezas, estimular talentos, fortalecer vocaciones, para propiciar liderazgos y volver la vida una aventura creadora. No la educación ultratecnificada y ultracostosa, que nos venden como la iglesia fuera de la cual no hay salvación pero que deja a casi todo el mundo por fuera, la que tiende a convertir a sus beneficiarios en gente mejor que el resto, lo que los lleva a buscar escenarios más dignos de ellos, sino la educación dignificadora, imaginativa y colectiva que cambie el país catastrófico de nuestros jóvenes en un país que les despierte verdadero afecto y les genere verdadera esperanza. 

jueves, 24 de mayo de 2012

LO QUE SE EVALÚA ES SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG: DOCENTE DE HARVARD


Por: Rosa Julia Guzmán*

Las calificaciones no deben ser la única medida del aprendizaje porque no permiten comprender en profundidad los aspectos más humanos de la persona, dice.

Daniel Wilson, profesor de la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Harvard, estuvo en Colombia dictándo un curso a los estudiantes de la Maestría en Pedagogía de la Universidad de La Sabana. Habló sobre la importancia de que la pedagogía tome en serio el papel de la valoración y no solamente el de la evaluación, para lograr un verdadero avance en el aprendizaje.


¿Por qué insiste en la importancia de la valoración?

Para comprender cómo aprende una persona, necesitamos un proceso de valoración continua, de lo contrario, no tenemos evidencia de lo que ocurre en la mente del estudiante: qué tipo de problemas le interesan, le intrigan e incluso le atemorizan. Hacer preguntas debe ser una constante. Si la valoración sólo se hace con el fin de mirar lo que se puede medir del aprendizaje o sólo se enfoca en algunas dimensiones particulares y en determinados momentos, esto no permite comprender en profundidad los aspectos más humanos que involucran el aprendizaje y el crecimiento de la persona.


¿Cómo se debe medir entonces el aprendizaje?

Todos experimentos aprendizajes profundos. Por ejemplo, tengo dos hijos y todos los días aprendo porque quiero ser un buen padre… ¿Cómo valoro ese aprendizaje? ¿Lo mediría calculando el número de veces que les dije cosas amables y queridas a mis niños? Esta sería una de las formas básicas para medir mi aprendizaje. Otras formas dependerían de lo que valora una cultura en particular. En el caso de la escuela, lo importante es saber qué queremos que los estudiantes comprendan y por qué, qué queremos desarrollar en las nuevas generaciones y qué valoramos.


¿Cuál es la ganancia de un estudiante si se sigue este método?

Si observamos qué están comprendiendo los estudiantes, qué piensan, cómo pueden mejorar su desempeño, esta valoración continua invita al estudiante a reflexionar sobre su trabajo y le da las herramientas y la oportunidad de mejorarlo. Este proceso garantiza que al final los resultados de la evaluación, es decir cuando se emite un juicio sobre los aprendizajes alcanzados, sean buenos. Nuestro desafío como docentes consiste entonces en pensar en las diferentes formas de valoración y cómo crear oportunidades para que se haga en el aula.


¿Cómo puede la valoración orientar el proceso de enseñanza del docente?

La clave es que los profesores se pregunten qué quieren mejorar. Este es probablemente el primer paso. Luego es necesario identificar de qué manera la valoración y la observación del trabajo de mis estudiantes me pueden ayudar en mi desarrollo como docente.


Usted asegura que lo que se evalúa tradicionalmente es apenas la punta del iceberg, que es una evaluación muy superficial. ¿Nos amplía esta idea?

Sabemos que no es fácil ir más allá de lo establecido y que tenemos muy poco tiempo para pensar en la complejidad del aprendizaje. Aulas con más de 40 estudiantes, la tensión entre el cubrimiento versus la profundidad en los contenidos, la presión de obtener buenos resultados en las pruebas estandarizadas y las expectativas de los padres, entre otras razones, son fuerzas importantes que no podemos negar… pero hay esperanza.

La experiencia nos ha mostrado que si utilizamos diferentes estrategias y herramientas para involucrar activamente al estudiante en su proceso de aprendizaje, los resultados mejoran. Es evidente que no podemos alargar la jornada académica. Sin embargo, podemos diseñar mejores oportunidades para que ellos piensen, hagan su pensamiento visible y logren mejores comprensiones. Sin lugar a dudas, esto tendrá un impacto en los resultados de las pruebas en general. Pero si sólo nos limitamos a enseñar para un examen, el estudiante aprenderá para presentar un examen.


*Directora de la Maestría en Pedagogía de la Universidad de La Sabana

miércoles, 2 de mayo de 2012

LA MISIÓN PRINCIPAL DE LA ESCUELA YA NO ES ENSEÑAR COSAS


Entrevista a Francisco Tonucci
Diario La Nación

"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde.

Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar. "Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como "un lujo de gobernante".
Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del próximo ciclo escolar.

Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima", explicó.

Recomendó que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos".

Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo.

De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.

-¿Cómo concibe usted una buena escuela?
-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar" porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo.

-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?
-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.

-¿Qué recomienda?
-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible.

-¿Cuál es rol del maestro?
-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.

-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?
-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas.

-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?
-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.

-¿Es positiva la doble escolaridad?
- En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber.