viernes, 18 de octubre de 2013

UNA EMOCIÓN SINGULAR



Manuel Guzmán Hennessey

El bosón de Higgs existe y nos explica. Explica el principio de lo que somos. Como polvo de estrellas.

Tengo para mí que el encuentro definitivo entre la ciencia y el arte empezará por la física. Y sospecho que el Premio Nobel entregado a Peter Higgs y François Englert por el bosón que lleva el nombre del primero es la pista más reciente con que cuenta la humanidad para celebrar el encuentro entre las dos disciplinas.

Que en realidad sería un reencuentro, pues los antiguos siempre supieron que la ciencia y el arte eran dos entidades vinculadas que se influían recíprocamente, pero el modernismo alentó la equivocada idea de que debían separarse. Y así ocurrió desde que la ciencia promulgó las leyes según las cuales funcionaba el mundo, y el arte fue relegado a categoría simplemente estética o decorativa.

Había sido considerado la “quintaesencia” de la búsqueda de la verdad; se creía que facilitaba otros modos de visión que servían para descubrir lo que la ciencia no alcanzaba a ver y mucho menos a prever. El criterio de racionalidad que desde entonces nos domina está asociado, casi exclusivamente, a la ciencia. Y no toma en cuenta la previsión del arte.

Apolo, por ejemplo, el dios de la razón para los griegos, era al mismo tiempo el protector de las artes y el dios de la belleza; en el oráculo de la Pitia se lo representa acompañado de Dionisio, el dios del placer. He ahí otra pista. En nuestra lengua, arte proviene del latín ars y la palabra técnica proviene del griego tekne y ambas se refieren a la habilidad para realizar alguna tarea y lograr un objetivo.

Ya no es original afirmar que ciencia y arte proceden de similar sinapsis cerebral. Pero el arte es creación pura, mientras la ciencia es síntesis y ahí radica, quizás, parte de su encanto: trabajo de muchos cerebros que vibran en la misma frecuencia para comprobar, al cabo de muchos años, que todos estaban en el camino correcto: el bosón de Higgs existe y nos explica. Explica el principio de lo que somos. Como polvo de estrellas.


¿Y qué es eso? Luz. Luz en fuga, luz rapidísima que pudimos atrapar para entendernos. Construimos un túnel gigantesco en la mitad de Europa. Otra proeza. Borges, quien habitaba el territorio del arte, hoy escindido de la física, tal vez se anticipó a explicar lo que para la humanidad podría representar el hallazgo de Higgs y Englert: emoción singular llamada belleza, que no descifran ni la psicología ni la retórica.

jueves, 17 de octubre de 2013

TEORÍA



Por: José Fernando Isaza
La física encuentra sus bases en hipótesis teóricas; algunas de ellas tardan muchos años en ser validadas con resultados experimentales.

Galileo dedujo la ley de caída de los cuerpos por medio de un experimento mental; no hay evidencia de que lo haya comprobado arrojando dos objetos de diferente masa desde la torre de Pisa. Los avances, posteriores a Newton, en la mecánica clásica, realizados por Hamilton, Lagrange, parten de un postulado: la pereza es la madre de todos lo inventos, la naturaleza es sabia y perezosa, por lo tanto las trayectorias de los objetos siguen el recorrido del menor esfuerzo.

Se pensaba que el universo era infinito y homogéneo. En 1823, Olbers echa al traste dicha concepción cósmica: de ser el universo infinito y homogéneo, la noche sería tan luminosa como el día. Es la paradoja de Olbers: como la noche es oscura, el universo es finito. La cosmología del siglo XX, apoyada en resultados experimentales, acepta como hipótesis la finitud del cosmos.

Los orígenes de la mecánica cuántica se basan en un trabajo teórico, papel y lápiz, realizado por Planck en el año 1900; busca responder la pregunta ¿por qué existe la materia? De acuerdo con la teoría de la radiación, se deducía que se iban produciendo en cualquier volumen ondas de menor y menor longitud sin límite, el resultado: la catástrofe electromagnética, solo radiación sin materia. Como esto no es así, Planck postuló que la energía no puede tener valores muy pequeños, deben ser mayores que un quántum y se evita así la “catástrofe”.

En el año 1905, cuando Einstein formula la teoría de la relatividad especial, no existía posibilidad técnica para demostrar la equivalencia masa-energía, ni el aumento de masa al crecer la velocidad. Hoy esos experimentos son el trabajo cotidiano de la comunidad científica. Einstein postula su hipótesis y deduce las ecuaciones para permitir que la formulación del electromagnetismo de Maxwell no se modifique si el objeto radiante está o no inmóvil en relación con un observador.

Los modelos del átomo, un núcleo de carga positiva (protones y neutrones) alrededor del cual giran partículas de carga negativa, electrones, no permiten la existencia de la materia; en un instante los electrones colapsan en el núcleo. Un teórico, Louis de Broglie, resuelve esta falencia, postulando que, de acuerdo con Planck, los electrones solo pueden girar en órbitas cuya energía es un múltiplo de un quántum.

Antes de que los aceleradores de partículas pudieran comprobar la existencia de la antimateria —partículas idénticas a la materia pero de carga eléctrica de signo contrario—, Paul Dirac introdujo en las ecuaciones de mecánica cuántica la energía relativista. La expresión es una raíz cuadrada. ¿Qué pasa si se toma el signo negativo? No hay ninguna contradicción y la solución es la antimateria.

Los bosones W y Z que explican las fuerzas en el átomo fueron postulados por S. Glasgow, S. Weinberg y A. Salam; muchos años después se comprobó su existencia.

El premio Nobel de Física en 2013 premia la hipótesis de la existencia de una partícula que les da masa a las partículas, el bosón de Higgs, la maldita partícula (The Godman particle) —su nombre políticamente correcto es La partícula de Dios—. Pasan 48 años entre el descubrimiento teórico y la comprobación experimental.

lunes, 14 de octubre de 2013

EL SISTEMA EDUCATIVO ES ANACRÓNICO



Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original.
Ken Robinson

Ken Robinson:
Mi experiencia es que la mayor parte de nuestros sistemas educativos están desfasados. Son anacrónicos. Se crearon en el pasado, en una época distinta, para responder a retos diferentes. Con el tiempo, se han vuelto cada vez más limitados. En todas partes del mundo hay intentos de reformar la educación, y uno de los grandes mantras es que hay que elevar los estándares. Y me hace gracia, porque ¡por supuesto que deberíamos mejorarlos siempre! ¡pero no sirve de nada aumentarlos si están equivocados! Por ejemplo, en la mayoría de sistemas, se insiste mucho en elevar los estándares de matemáticas y de lengua, que por supuesto son muy importantes, ¡pero no son lo único que cuenta en la educación! Las disciplinas artísticas cuentan, las humanidades cuentan, la educación física también…

Eduardo Punset:
Me gustaría saber si es cierto que ha habido tantos cambios turbulentos, que ha surgido una disparidad, o una gran brecha, entre la educación, por un lado, y las necesidades individuales de las personas, por otro. ¿Cuáles son estos cambios?
 
Ken Robinson:
Pues creo que hay varios. Si nos planteamos cuál es el propósito de la educación, los políticos a menudo hablan de volver a lo esencial, a lo básico. Y creo que hay que hacerlo, ¡pero primero tenemos que ponernos de acuerdo sobre qué es lo esencial! En mi opinión, la educación, desde la guardería hasta la formación de adultos, tiene en líneas generales tres objetivos, o por lo menos debería tenerlos. Uno de ellos es económico. Es innegable que una de las grandes expectativas que tenemos sobre la educación es que, si alguien tiene estudios, estará en mejor posición para conseguir un trabajo, y la economía se beneficiará. Por eso invertimos tanto dinero en la educación.

Eduardo Punset:
Y ahora no es así.

Ken Robinson:
¡El problema es que las economías del mundo han cambiado diametralmente en los últimos 50 años! El mundo cada vez está más dominado por los sistemas de información, estamos inmersos en una economía de servicios y la industria se ha trasladado fuera de Europa: ahora mismo se ubica mucho más en Asia. Por consiguiente, económicamente, el mundo de ahora no tiene nada que ver con el mundo en el que tú y yo crecimos. La revolución industrial forjó nuestro mundo, pero también fraguó nuestros sistemas educativos: ¡tenemos un sistema de educación industrial! Es un modelo de la educación basado en la producción.
El segundo gran reto educativo es de índole cultural: una de las cosas que esperamos de la educación es que ayude a las personas a comprender el mundo que les rodea y a desarrollar un sentimiento de identidad cultural, una idea sobre su lugar en el mundo.

Eduardo Punset:
Sí.

Ken Robinson:
Si analizamos los sistemas educativos de todos los países… en España no hay duda de que esa expectativa está presente en el sistema de enseñanza: se pretende ayudar a los alumnos a conocer mejor la cultura española, y lo mismo sucede en el resto del mundo. Es una gran expectativa de la educación. El problema es que el mundo también se ha transformado culturalmente en los últimos 50 años. No tiene nada que ver con el mundo en el que crecimos: cada vez es más interdependiente, más complejo, y también más peligroso culturalmente en algunos aspectos, más intolerante en ciertas cosas…
El tercer gran objetivo de la educación es personal: lo saben los que tienen hijos pero también cualquiera que esté vivo: una de las cosas que esperamos de la educación es que nos ayude a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos; que nos ayude a descubrir nuestros talentos, nuestras destrezas.
Y creo que la educación ha fracasado estrepitosamente en ese sentido, puesto que muchos acaban sus estudios sin descubrir lo que se les da bien, sin averiguar jamás sus talentos. ¡Muchos pasan por la escuela y llegan a la conclusión de que carecen de cualquier talento! Y esto sucede porque, en el fondo, tenemos una visión de las aptitudes muy limitada. También ha habido cambios en ese sentido…
Vemos pues que hay cambios en nuestra noción de inteligencia, pero también en la cultura, que ha cambiado y se ha complicado, por no hablar de hasta qué punto se ha revolucionado econonómicamente el mundo.

Eduardo Punset:
Por tanto, tenemos pues tres grandes cambios que probablemente explican esta ansiedad que surge de la disparidad entre el mundo educativo y las necesidades económicas, culturales e individuales.
Creo que fuiste uno de los primeros del sector educativo en hablar de la desafortunada división entre ciencias, y la cultura y las artes. Y es curioso, porque nosotros, cuando preparamos programas científicos, a menudo tenemos que enfrentarnos a un dilema, nos planteamos que un tema no encaja bien en lo que los científicos denominarían temática científica, así que es mejor descartarlo. Pero tú afirmas que, …

BINTA Y LA GRAN IDEA

Binta y su padre, un humilde pescador que, preocupado por el progreso de la humanidad, está empeñado en llevar a cabo algo que se le ha ocurrido.
Dirigido por Javier Fesser, y nominado en 2007 al Óscar por mejor cortometraje de ficción; muestra la necesidad de una educación para las niñas del Tercer mundo. 
El cortometraje forma parte de la película En el Mundo a cada rato , donde cinco directores muestran su propia visión sobre las distintas realidades que afectan a la infancia y por las que UNICEF trabaja en todo el mundo: la educación de las niñas, el desarrollo integrado en la primera infancia, la inmunización, la lucha contra el VIH/SIDA y la lucha contra la violencia, la explotación y la discriminación. Son cinco historias rodadas en distintos países del mundo y cuyos protagonistas son los niños:
1. "El secreto mejor guardado", dirigida por Patricia Ferreira y rodada en India.
2. "La vida efímera", dirigida por Pere Joan Ventura y rodada en Guinea Ecuatorial.
3. "Las siete alcantarillas", dirigida por Chus Gutiérrez y rodada en Argentina.
4. "Hijas de Belén", dirigida por Javier Corcuera y rodada en Perú.
5. "Binta y la gran idea", dirigida por Javier Fesser y rodada en Senegal.