Manuel Guzmán Hennessey
El bosón de Higgs existe y nos explica. Explica el
principio de lo que somos. Como polvo de estrellas.
Tengo para mí que el encuentro definitivo entre
la ciencia y el arte empezará por la física. Y sospecho que el Premio Nobel
entregado a Peter Higgs y François Englert por el bosón que lleva el nombre del
primero es la pista más reciente con que cuenta la humanidad para celebrar el
encuentro entre las dos disciplinas.
Que en realidad sería un reencuentro, pues los
antiguos siempre supieron que la ciencia y el arte eran dos entidades
vinculadas que se influían recíprocamente, pero el modernismo alentó la
equivocada idea de que debían separarse. Y así ocurrió desde que la ciencia
promulgó las leyes según las cuales funcionaba el mundo, y el arte fue relegado
a categoría simplemente estética o decorativa.
Había sido considerado la “quintaesencia” de la
búsqueda de la verdad; se creía que facilitaba otros modos de visión que
servían para descubrir lo que la ciencia no alcanzaba a ver y mucho menos a
prever. El criterio de racionalidad que desde entonces nos domina está
asociado, casi exclusivamente, a la ciencia. Y no toma en cuenta la previsión
del arte.
Apolo, por ejemplo, el dios de la razón para los
griegos, era al mismo tiempo el protector de las artes y el dios de la belleza;
en el oráculo de la Pitia se lo representa acompañado de Dionisio, el dios del
placer. He ahí otra pista. En nuestra lengua, arte proviene del latín ars y la
palabra técnica proviene del griego tekne y ambas se refieren a la habilidad
para realizar alguna tarea y lograr un objetivo.
Ya no es original afirmar que ciencia y arte
proceden de similar sinapsis cerebral. Pero el arte es creación pura, mientras
la ciencia es síntesis y ahí radica, quizás, parte de su encanto: trabajo de
muchos cerebros que vibran en la misma frecuencia para comprobar, al cabo de
muchos años, que todos estaban en el camino correcto: el bosón de Higgs existe
y nos explica. Explica el principio de lo que somos. Como polvo de estrellas.
¿Y qué es eso? Luz. Luz en fuga, luz rapidísima
que pudimos atrapar para entendernos. Construimos un túnel gigantesco en la
mitad de Europa. Otra proeza. Borges, quien habitaba el territorio del arte,
hoy escindido de la física, tal vez se anticipó a explicar lo que para la
humanidad podría representar el hallazgo de Higgs y Englert: emoción singular
llamada belleza, que no descifran ni la psicología ni la retórica.